Según cuenta la leyenda, Eneo, rey de Calidón, olvidó a Artemisa en sus ofrendas a los dioses y ella, iracunda, le envió un jabalí rabioso, de terrible tamaño y ferocidad, que aterrorizó al reino. Eneo reclutó en todas las ciudades un ejército de cazadores, pero la diosa, aún más enfurecida, hizo que los hombres rivalizaran entre sí. Y así fue como Meleagro y Melanión se enfrentaron por los favores de la bravía Atalanta, la única doncella de la expedición, y la primera en herir al jabalí. Tres mil quinientos años más tarde, la fábula se vuelve contemporánea y otros hombres tendrán que cazar a la fiera, que ya no se presenta en forma de jabalí. En las mismas montañas que recorrieran los legendarios cazadores, un grupo de resistentes griegos perseguirá y capturará a un oficial nazi. Xantos, su jefe, y una guerrillera, la bella y peligrosa Thyella, se convertirán también en un mito del que dará cuenta en su célebre poema La caza del jabalí Sol Memel, un escritor judío rumano, testigo -y algo más- de los hechos. Pero el corazón de los mitos es siempre oscuro y el cazador siempre puede convertirse en la presa. Y años más tarde, en el París de los años setenta, Sol Memel deberá responder a las preguntas de su antigua amiga Ruth, que ha reaparecido como una Atalanta en busca de la verdad. |