Viejas Historias de Castilla la Vieja / la Mortaja / la Partida Delibes, Miguel Iberoamericana Vervuert |
Destellos del Cosmos: Ensayo Biográfico Sobre Manuel Sandoval Vallarta Del Río Haza, Fernando Colegio Nacional |
Literatura en las Cartografías Regionales del Cono Sur, La Guerrero, Jorge Carlos Iberoamericana Vervuert |
Título: Amigos de Sor Juana, Los | ||
Autor: Schmidhuber de la Mora, Guillermo | Precio: $160.00 | |
Editorial: Bonilla Artigas Editores | Año: 2014 | |
Tema: Biografia, Literatura, Ensayo | Edición: 1ª | |
Sinopsis | ISBN: 9786077588986 | |
El autor nos presenta seis rigurosos estudios sobre igual número de personajes que influyeron notablemente en la vida de sor Juana, aunque de diversa manera; mientras unos la alentaron a seguir sus inquietudes intelectuales y creadoras, otros intentaron fortalecer su vocación religiosa.
Esta obra incorpora textos poco conocidos relacionados con Juan de Guevara, Antonio Núñez de Miranda, Diego Calleja, Manuel Fernández de Santa Cruz , Juan Ignacio de Castorena y Dorothy Schons, la primera sorjuanista. Tres de estos textos han sido rescatados por el Dr. Schmidhuber de la Mora, quien es también el editor moderno de dos más de ellos. Una apasionante visión del mundo de la cultura novohispana y española del siglo XVIII, donde críticas y descalificaciones entre escritores conviven con el respeto y la admiración por el trabajo de sor Juana Inés de la Cruz. CONTENIDO Prólogo a quien leyere 11 Juan de Guevara, colaborador 19 Antonio Nuñez de Miranda, confesor 43 Testamento místico, de Antonio Nuñez de Miranda 57 Protesta de la fe y renovación de votos, de sor Juana Inés de la Cruz 65 Diego Calleja, biógrafo 69 El Zurriago, de Luis de Salazar y Castro 103 Manuel Fernández de Santa Cruz, catalizador 139 Juan Ignacio de Castorena, editor 153 Dorothy Schons, primera crítica 165 Epílogo a quien leyere 187 PRÓLOGO A QUIEN LEYERE ¿Crees tú, complaciente lector/a, que sor Juana contó con amigos? ¡Claro que los tuvo! Como tú y yo tenemos amigos, pero a ella le hicieron falta al final de su vida cuando se agudizó la lucha que siempre había enfrentado por ser una mujer pensante, una poeta y dramaturga, y paralelamente una monja virtuosa. Ojalá tú puedas contar con amigos cuando el destino troce los puentes que prometen comunicarte con un futuro salvador. Sor Juana nunca se quejó en su Respuesta a sor Filotea de la Cruz, de aquellas personas que, desde su perspectiva -o la nuestra-, pudieran calificarse de opositores, pero sí dejó más de una queja sobre aquellos que, en aras de la amistad, intentaron coartarle su derecho a la libertad intelectual: ¿Quién no creerá, viendo tan generales aplausos, que he navegado viento en popa y mar en leche, sobre las palmas de las aclamaciones comunes? Pues Dios sabe que no ha sido muy así, porque entre las flores de esas mismas aclamaciones se han levantado y despertado tales áspides de emulaciones y persecuciones, cuantas no podré contar, y los que más nocivos y sensibles para mí han sido, no son aquéllos que con declarado odio y malevolencia me han perseguido, sino los que amándome y deseando mi bien (y por ventura, mereciendo mucho con Dios por la buena intención), me han mortificado y atormentado más que los otros, con aquel: No conviene a la santa ignorancia que deben, este estudio; se ha de perder, se ha de desvanecer en tanta altura con su misma perspicacia y agudeza. ¿Qué me habrá costado resistir esto? ¡Rara especie de martirio donde yo era el mártir y me era el verdugo! (líneas 498-524) La amistad de sor Juana con cinco de los seis personajes incorporados en el presente libro influenció notablemente su vida, aunque de muy diversa manera; mientras unos apoyaron su vocación de mujer pensante y propiciaron sus labores de creación, otros intentaron fortalecer la vocación religiosa de la monja, alentándola para que se alejara de todo lo secular, con sus pompas y sus obras. Por un lado ir al encuentro del mundanal ruido y, por el otro, apartarse de él. Su vida estuvo dispuesta sobre el equilibrio de un oxímoron. Juan de Guevara fue un poeta de la generación anterior a la de sor Juana; ambos compartieron certámenes poéticos y la coautoría de Amor es más laberinto. El presente estudio intenta, entre otras propuestas, probar que sor Juana escribió, no sólo las jornada primera y tercera de esta comedia, como se ha aceptado tradicionalmente, sino que también contribuyó con parte de la segunda, a pesar de que la edición príncipe adjudica la totalidad de esta jornada a Guevara. Además, en el ensayo correspondiente a Guevara se incluye un largo poema hasta ahora inédito, que fue escrito en 1650 en honor de Miguel de Ibarra cuando este personaje se hizo merecedor de una cátedra universitaria por Decreto y algunos envidiosos pretendieron inhabilitarla. Este manuscrito ológrafo y firmado de Guevara lo localicé en la Hispanic Society de Nueva York y nunca antes había sido publicado. Agradezco a esta institución el permiso de reproducirlo. Antonio Núñez de Miranda fue el confesor de sor Juana en dos periodos, al inicio de su peregrinaje conventual y al final de su vida. Su acendrada diligencia de santificar a quien le rodeara hizo que este jesuita excediera los límites que debe haber entre la consejería espiritual y el libre albedrío del alma encaminada. La crítica moderna se ha centrado en su persona y en la del Arzobispo Aguiar y Seijas, para presentar a los opositores de la monja. El ensayo biográfico de este santo varón no pretende salvarlo ni condenarlo, sino precisar algunos hechos que ilustren tanto la biografía del confesor como de la confesada. Se incluye la Protesta de la fe y renovación de votos que sor Juana escribió para festejar los cinco lustros de su vocación y que fue descubierto por el autor de este libro en una biblioteca estadounidense. Este texto espera que sea integrado en un futuro en las obras completas de nuestra paisanita. Casi la totalidad de lo que hoy sabemos de sor Juana ha llegado a nosotros gracias a la crónica biográfica de Diego Calleja y al ensayo autobiográfico que conocemos como Respuesta a sor Filotea de la Cruz. La imagen dulcificada con que imaginamos a este jesuita ha sido forjada únicamente por esta protobiografía y, a partir de ella, la crítica sorjuanista ha construido un perfil inexacto del biógrafo con una aureola casi hagiográfica de sacerdote casto e interesado en las letras. Las actividades de este jesuita parecen haber sido más controversiales de lo que hoy creemos con nuestra concepción del siglo xvii. No deja de extrañar que a pesar de que él mismo era dramaturgo, nunca mencionó, entre sus prolijas alabanzas, las labores dramáticas de sor Juana. Calleja contó con un grupo no débil de enemigos, entre los que descuella el poderoso Luis de Salazar y Castro, cronista real y secretario de la reina Mariana, quien escribió un libelo en contra de Calleja titulado El Zurriago. Este escrito de carácter infamatorio contiene no pocas alusiones a la amistad epistolar de Calleja con sor Juana. En forma de manuscrito, debió pasar de mano en mano, hasta que en 1788 fue editado como curiosidad. En 1999 di a la imprenta este texto en la Universidad de Colima, pero como la edición está agotada, va nuevamente incluido en este libro. Otro personaje que fue determinante para el destino temporal de sor Juana fue don Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún, obispo de Puebla, quien se enmascaró bajo el seudónimo armonioso de sor Filotea de la Cruz para prologar la publicación del texto que él mismo calificó de Carta Athenagórica; además, fue el destinatario de la Respuesta a sor Filotea, de sor Juana. En este estudio integro los contenidos biográficos del libro Theatro Angelopolitano, de Diego Antonio Bermúdez de Castro (1695?-1746), y por primera vez en tiempos modernos, la edición de la Declamación fúnebre de Br. Francisco Antonio de la Cruz, que predicó en las exequias del obispo poblano el 29 de febrero de 1699. Varios documentos dados a conocer recientemente por Alejandro Soriano Vallès, han dejado en claro su proba intención. Juan Ignacio de Castorena y Ursúa es personaje clave para entender la última década de la vida de sor Juana. Fue observador a la distancia y estuvo enterado de todo lo que sucedió. Llegó a conocer personalmente a Sor Juana en alguna de las tertulias -meras reuniones de grupo- llevadas a cabo en el Convento de San Jerónimo. Fue un fiel seguidor y logró editar en 1700 el tercer volumen antiguo que cierra la publicación de las obras de la Décima musa. Este volumen incorpora una bio-bibliografía de Dorothy Schons, la primera sorjuanista. Una amistad que supo puentear la separación temporal de casi tres siglos entre una escritora relegada y una crítica estadounidense no reconocida; dos mujeres que sintieron soledad y buscaron comunicarse por medio del amor a la literatura y a la libertad, y acaso con este sentimiento para muchos imposible, se dieron apoyo mutuo. Ellas inspiraron mi obra teatral La secreta amistad de Juana y Dorotea, publicada en más de cinco ocasiones y traducida al inglés y al portugués, y que ha subido a los escenarios en Estados Unidos, Brasil, Argentina y México. En cada capítulo, el presente libro incorpora un texto desconocido o poco conocido relacionado con cada personaje. Tres de estos son descubrimientos míos: la Protesta de la fe y renovación de votos, de sor Juana, el poema inédito de Juan de Guevara y La segunda Celestina. Además, de dos textos de los que soy el editor moderno: El zurriago y El Libro de profesiones. Juan de Guevara ¿Dónde mi pluma vuela?, poema secular de su autoría hasta hoy inédito. Antonio Núñez de Miranda Testamento místico, de Núñez de Miranda, y Protesta de la fe y renovación de votos, de sor Juana. Diego Calleja Un poema inédito y El zurriago, libelo en contra de Calleja de Luis de Salazar y Castro. Manuel Fernández de Santa Cruz Declamación fúnebre de la exequias de Fernández de Santa Cruz, del Br. Francisco Antonio de la Cruz (selección). Juan Ignacio de Castorena La gran comedia de La segunda Celestina, de sor Juana y Agustín de Salazar y Torres. Dorothy Schons Libro de las profesiones del Convento de San Jerónimo de México. Los seis capítulos son independientes, pueden ser leídos separadamente; por esta razón la bibliografía correspondiente va al final de cada texto, a riesgo de haber repeticiones. Margo Glantz editó y prologó un libro de excepción sobre los contemporáneos de sor Juana, en donde se incluyen varios capítulos que guardan concomitancias con el presente volumen: "Antonio Núñez de Miranda: sujeción y albedrío", de Dolores Bravo; "Sor Juana y sus otros. Núñez de Miranda o el amor al censor", de Mabel Moraña; "La ascesis y las rateras noticias de la tierra: Manuel Fernández de Santa Cruz", de Margo Glantz; "Las cartas de sor Juana: públicas y privadas", de Sara Poot Herrera, y "Sor Juana y su generación", de Salvador Cruz. Un lector/a inteligente ganaría mucho si sumara la lectura de ambos tomos. Una pregunta más para ti, fiel lector/a, ¿qué darías por haber conocido personalmente a sor Juana? Hay un dicho castellano que dice: Dime con quién andas y te diré quién eres. Algunos aspectos de la personalidad de nuestra paisanita pueden ser conocidos por los reflejos en sus sentires de la convivencia con aquéllos que tuvieron la suerte de ser sus amigos. Ahora podrás comprender cuál fue la razón que me guió para escribir el presente libro de crónicas biográficas que nos ayuden a imaginar a sor Juana viva y rodeada de otros humanos, y no circunscrita por enigmas o rodeada de perplejidades, tales como la fecha y las circunstancias de su nacimiento, su vocación religiosa y literaria, el supuesto periodo de crisis y, finalmente, su muerte. A pesar de los abundantes y atinados estudios biográficos con los que contamos, estos misterios no han sido completamente aclarados y, acaso, nunca tendrán solución por los vacíos de información que nos legó la historia. Subamos a sor Juana a nuestro escenario mental y con creatividad imaginémosla frente a nosotros viva, seamos su público y, por unos instantes, tendremos la impresión que todos los misterios se han desvanecido y que, ante nuestros atónitos ojos, está simplemente una mujer. Otros contemporáneos de sor Juana merecerían que su biografía fuera incorporada en este libro, especialmente don Carlos de Sigüenza y Góngora, pero este extraordinario mexicano ya posee una abundante bio-bibliografía crítica. Vanamente he investigado la localización de la "Oración fúnebre" que escribió Sigüenza a la muerte de sor Juana, a pesar de que he localizado una cita del siglo xix de alguien que afirma haberla leído. Es incuestionable la importancia de Sigüenza, pero no lo he integrado al presente estudio porque no pude agregar nada substancial a lo ya anteriormente conocido. Por la misma razón, no incluyo la biografía de aquellas mujeres que tanto apoyaron a sor Juana: su madre, Isabel Ramírez de Santillana, y las dos virreinas amistosamente protectoras: Leonor Carreto, marquesa de Mancera, y María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes y Marquesa de la Laguna. A esta última virreina tenemos que agradecer su mecenazgo editorial, razón por la cual poseemos hoy buena parte de la obra sorjuanina. Esta generosa y oportuna acción impidió que a estos manuscritos pasara lo mismo que sucedió con la mayoría de los originales de Sigüenza, que al no estar publicados, se extraviaron por dos razones: la falta de mecenazgo y la carestía de papel. Lo que resulta para nosotros tan imperdonable como irremediable. La biografía de estas mujeres no es incluida porque no he logrado descubrir datos nuevos. En vano he buscado la correspondencia entre María Luisa y sor Juana. En algunas de estas páginas encontrarás, paciente lector/a, testimonios dolorosos de la incomprensión -no asedio- a que fue sometida sor Juana; sin embargo, convendría recordar que la situación actual del intelectual en Hispanoamérica no es, en esencia, diametralmente diferente, ni siquiera porque hodierno la mujer ha logrado un lugar preeminente en el mundo cultural. Para desgracia nuestra, ha permanecido vigente la presencia de una caterva similar a la que fatigó a sor Juana, guiados todos por la misma estulticia de la envidia. Octavio Paz, en conversación conmigo, calificó sabiamente a esta porretada de "jauría de intelectuales". En contrapartida a tanto aire rarificado y tan espontánea animadversión, hoy dedico este estudio a todos aquellos que han contribuido para que yo permanezca fiel con pluma en mano, como crítico y como creador. Deseo dedicar este ensayo a aquellos que han sido mi sostén, por su amistad o por su amor. Destaco la presencia de Fredo Arias de la Canal, sorjuanista de corazón y mente, por su mecenazgo para publicar tres libros de mi autoría. No olvido el apoyo de Octavio Paz para mis investigaciones de las obras perdidas de sor Juana y su esfuerzo para dar a la luz mi descubrimiento de La segunda Celestina, y de apoyar la edición con un prólogo suyo: "¿Azar o justicia?". También agradezco al presbítero José Gerardo Herrera Alcalá, actual Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica, por sus orientaciones que me hacen considerarlo mi asesor en el tema conventual. Igualmente dedico este libro al nuevo sorjuanismo, que va desarrollándose tan recio como ubicuo, al corporizar un grupo de críticos tan interdependientes como tolerantes, alejado de las costumbres que nos heredó el enjambre del viejo sorjuanasco. A muchos amigos/as debería de citar aquí, pero prefiero solamente agregar los dulces nombres de mi esposa, Olga Martha Peña Doria, y los de mis tres hijos, Eri(ka), Martha y Guillermo, y el de mi primer nieto Alex. Guillermo Schmidhuber de la Mora Universidad de Guadalajara Otoño de 2013 |